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Poster con el que se publicó "EsTA REALIDAD NO EXISTE".

UN PROLÍFICO Y PROVOCADOR FUTURO (a modo de manifiesto)

Presentación de "Esta realidad no existe. Antología de ciencia ficción por autores del Perú, editada por la editorial Estruendomudo, 2021

Publicado: hace 7 horas


Esta realidad no existe no es un título escandaloso para una antología de ciencia ficción. Pero lo es para la literatura peruana, cuya tradición narrativa es machaconamente realista. Por más de cien años —con mayor intensidad desde los años 20 del siglo XX—, la narrativa peruana se ha dedicado inflexiblemente a referirse a la realidad nacional dentro de un número limitado de técnicas literarias, de tópicos y estilos autorizados como prestigiosos con el fin de explicar los problemas nacionales y para lo que se ha valido de relatos de corte social y psicológico. Pero, aunque no haya nada malo en ello de por sí, este ejercicio se hizo repetitivo, se petrificó en sus logros y, unas décadas después, carecía de toda novedad. El título Esta realidad no existe apunta a esa escenografía familiar, que emplea el realismo en uso, para rechazarla. Entiende que en la actualidad el negocio editorial y sus escritores adeptos se aprovechan de la inercia lectora de décadas para impulsar la venta de «novedades» con un aire a literatura peruana del siglo XX que, en realidad, son repeticiones o variaciones imperfectas de escritura ya obsoleta. 

En cambio, Esta realidad no existe es una antología de cuentos especialmente escritos para este libro, o escritos para otros que iban a salir simultáneamente con este, y se empeña en dirección opuesta: quiere mostrar que las historias más delirantes, las voces más frescas, las exploraciones más vitales, no proceden de repetir los relatos pretendidamente veristas sobre las crisis existenciales de las clases medias —la variación del realismo más popular en nuestros días—, como quisieran quienes, en busca del éxito de ventas, menosprecian las legitimas exigencias por más y mejor literatura original. Por ello, Esta realidad no existe  proclama la necesidad de más literatura imaginativa, sensible y, sobre todo, diversa, buena y nueva, que se oponga a la subestimación de los lectores en nombre de las ventas, y declara que una escritura así se multiplica y crece y respira en la ciencia ficción literaria. 

Esta realidad no existe advierte que el género en nuestros días es mucho más que textos, tópicos y estrategias, las que cualquier consumidor de sus versiones audiovisuales puede enumerar a voluntad: distopías, historia futura, viajes espaciales, vida extraterrestre, inteligencia artificial y máquinas (en especial, la del tiempo). Pero ello no se debe al despliegue de imaginación fantasiosa e inventiva que solo permiten sus temas, puesto que cualquier ficción que pretenda origi- nalidad debiera manifestarlas. Es resultado, más bien, de una historia artística, literaria e intelectual muy singular, que produjo un género específico de enorme plasticidad y, por lo mismo, de originalidad: el de los relatos que especulan sobre los resultados de los sorprendentes avances científicos y tecnológicos del siglo XX y que proponen nuevas realidades a partir de ello. Debido a la intensa vida cultural del primer mundo industrializado, no solo se vuelven relatos muy populares, sino que derivan hacia una ficción altamente profesional.

John W. Campbell (1910-1971), editor que profesionalizó la escritura de ciencia ficción, lee "ANALOG SCIENCE-FICTION", el penúltimo nombre con que se rebautizó a la mítica revista "STOUNDING SCIENCE-FICTION" para su publicación en los años 60.

Esta realidad no existe se declara consecuencia de ese proceso. También que, para el Perú contemporáneo, solo se puede entender el potencial y la sugerencia de la ciencia ficción adhiriéndose al menos a dos hechos claves en la trayectoria del género, uno norteamericano y otro local. En primer lugar, al énfasis que puso John W. Campbell, el mítico director de la revista neoyorquina Astounding Science- Fiction en los años 30, en la calidad literaria de su escritura. En su publicación, Campbell formó el primer equipo de redactores que debían escribir con consistencia narrativa, conocimiento de causa y estilo depurado si querían publicar. Antes de que Astounding Science-Fiction reclamara a sus escritores los requisitos mínimos para escribir buena ficción a secas, abundaban los relatos con argumentos ingenuos, psicologías planas, acontecimientos sin consecuencias y finales carentes de justificación. Era, sin exagerar, apenas un poco más que diversión para usar y desechar. La exigencia de Campbell los adentró en el corazón mismo de la composición literaria: los volvió aparatos para producir imágenes fantásticas verosímiles, que requerían de una concienzuda exploración de la imaginación lingüística y de mucha cultura general, incluso de erudición. La ciencia ficción, con Campbell, se trasladó de la organización de un anecdotario atravesado por pseudociencia al rango de los dispositivos retóricos rigurosos, susceptibles de ser evaluados bajo los mismos criterios con que se juzgaba cualquier producto artístico. Principistamente, los cuentos que publica esta antología se adhieren el exigente oficio literario que John W. Campbell inaugurara con su llamada Edad de Oro norteamericana (1939-1946) debido a la calidad de los escritores que publicó y al impacto de sus decisiones editoriales en la escritura del género, en el crecimiento del mercado de ciencia ficción impresa y en la consolidación de su prestigio. 

En segundo lugar, Esta realidad no existe suscribe la capacidad del género para escandalizar con sus audacias e innovaciones y denunciar una vida literaria conservadora y monótona, como ocurrió cuando José B. Adolph (1933-2008) publicó su clásico de la ciencia ficción peruana Mañana, las ratas (1984), un caso ejemplar de ciencia ficción desafiante y escandalosamente silenciada. Ambientada cien años en el futuro, la novela de Adolph describe una sociedad obsesionada con el trabajo, con personajes de sexualidad fetichista, potenciada por la tecnología y las ciencias. Vivían en un territorio sudamericano que había pertenecido a la República del Perú, pero que en 2084 administraban conglomerados transnacionales, cuyos enclaves padecían el cerco de milicias católicas fundamentalistas. Adolph, además de literatura de ciencia ficción rigurosa, había escrito una novela de denuncia contra el fanatismo conservador, fuera financiero o religioso, y lo hacía ver despiadado y ridículo. Intencionalmente, apostaba por escandalizar a sus lectores, el público local de literatura, que, a comienzos de los años 80, aún era mayoritariamente católico, silenciaba el tema de la sexualidad en los espacios públicos y creía, sin atenuantes, en los beneficios del progreso tecnológico. 

JOSÉ ADOLPH (1933-2008), ESCRITOR PERUANO-ALEMÁN Y AUTOR DE LA NOVELA EMBLEMÁTICA DE LA CIENCIA FICCIÓN "MAÑANA, LAS RATAS" (1983), RETRATADO EN LOS AÑOS SETENTA.

Pero tal escándalo nunca llegó a producirse porque Mañana, las ratas entrañaba en sus características genéricas una singularidad aún más desafiante para la cultura literaria peruana. No fue la primera novela de ciencia ficción, pero sí era la primera que se publicaba bajo condiciones de circulación literaria óptimas. Adolph había conseguido para ella una editorial famosa por su exclusividad y alta exigencia en el mundo de las letras peruanas, Mosca Azul Editores, y también que se le distribuyera en las librerías de San Isidro y Miraflores, los distritos con la población de mejor instrucción y de mejores ingresos de esos años, es decir, las que tenían el mejor consumo literario por formación y capacidad de compra. Pero nada de ello favoreció su venta, su recepción o su consagración, la que nunca ocurrió. La ahora clásica novela de Adolph apenas fue incluida por las páginas culturales de los diarios en las listas de la mejor literatura del año, y la escasa crítica especializada del Perú, la mayoría de las veces, la omitió en sus panoramas, colecciones y antologías de los años sucesivos. A su modo, sufrió la misma incomprensión que la poesía vanguardista peruana de los años 20: una escritura que recurría a patrones culturales del primer mundo para proponer nueva literatura en una escena letrada como la peruana, obsesionada con los temas nacionales y con una élite empeñada en que sus saberes tradicionales conservaran la más alta jerarquía. O, de otro modo, la mayoría de la institución crítica peruana no comentó Mañana, las ratas porque, además de la extrañeza inicial, la confrontaba con el aturdimiento, y hasta la molestia, de no saber cómo valorarla. Así, la mera circulación del trabajo de Adolph exponía el conservadurismo y la inoperancia de las perspectivas críticas que operaban dentro de un viejo y muy limitado consenso realista. 

En esa misma dirección, Esta realidad no existe asume la experiencia de la publicación de Mañana, las ratas como seña del desafío y novedad que implica publicar ciencia ficción en una circulación literaria tan determinada por su pasado como la peruana. Casi cuarenta años después, la escena narrativa continúa siendo un gran escaparate de publicación realista bajo el consenso implícito de que así se facilita el consumo de los lectores largamente adiestrados por las instituciones educativas y culturales locales. Aunque la diversidad en la producción literaria crece cada decenio, según lo constata cualquier catálogo temático de pequeñas y medianas editoriales, aún la elite letrada insiste en identificar a la ciencia ficción literaria como un cuerpo extraño, un desvío y hasta una afrenta a la tradición nacional. Antes que rechazar tales calificativos, Esta realidad no existe se enorgullece de que la ciencia ficción los porte y se enaltezca con ellos; se declara entusiasta de participar en la usurpación de cualquier costumbre, autoridad, conocimiento, calidad o prestigio para favorecer a la originalidad literaria sobre métodos ineficaces y juicios críticos obsoletos. 

Asimismo, considerando las lecciones de Campbell y Adolph, Esta realidad no existe sabe que la originalidad literaria proviene tanto del trabajo de los autores, como de las transformaciones en la base material de la cultura, es decir, en los modos de trabajo que provienen de nuevas tecnologías y técnicas, que generan nuevas exigencias editoriales y alientan las batallas de los escritores por obtener una mayor visibilidad. Por ello, el presente digitalizado es una mejor época para la ciencia ficción. Hasta hace unos treinta o cuarenta años, la publicación de libros era una empresa mecánica especializada, lenta y costosa. Además, el comercio editorial era ineficaz y dependía de la publicidad de las notas periodísticas y de los escaparates de las libre- rías y, por eso, la escena literaria la podía normar un grupo pequeño de personalidades de la cultura, guardianes de la tradición, quienes escribían para muy pocos y cuyos nombres se repetían en distintos puestos de editoriales, periódicos y universidades. Pero hoy es distinto: imprimir libros es rápido, barato, y la velocidad y el alcance de la publicidad y de la comercialización en distintos soportes tecnológicos exceden de lejos las posibilidades de control que tienen los comentarios de la siempre reducida prensa cultural. En especial, gracias al intercambio y al comercio de registros digitales, millones de ejemplares electrónicos y de versiones facsimilares de libros fí- sicos se multiplican y dispersan a diario por el planeta, lo que hace imposible mantener escenas literarias largamente estabilizadas, normadas u homogenizadas por la crítica patrimonial que las prefieren bajo custodia, que las quieren inmutables o, en todo caso, proliferantes en una sola vía. Por el contrario, la superabundancia de información conduce a cientos de miles de conexiones entre literaturas nuevas y antiguas, locales y remotas, previsibles e imprevisibles. En las redes se mezclan todas las estirpes literarias y los prestigios ilustres, y se desestabilizan al combinárseles, y producen ramas mutantes, monstruosas, híbridas, de todo tipo. La escritura de Esta realidad no existe proviene de esa superabundancia que desfigura linajes, territorios, escuelas literarias y estilos de época. Es, a la vez, muy local y global, nueva y antigua, rara y familiar, y multimediática y letrada, por todas las redes de las que proviene y que ella remezcla, y que la sustraen del bozal de autoridades vetustas. 

COLLAGE DE FANTASÍA MULTIMEDIÁTICA GLOBAL DE LOS AÑOS 80

Las escrituras que presenta Esta realidad no existe, pues, exceden los límites de la mera cultura literaria. Sus historias también se alimentan de cualquiera de los formatos y tecnologías audiovisuales e informáticas de los siglos XX y XXI. Antes que inaccesibles y deteriorados como mucha de la ficción impresa, estos son archivos digitales de permanente actualidad, que se reproducen y perfeccionan desde miles de servidores de todo el mundo y son accesibles a toda hora y lugar: series de televisión, cine de blockbuster, cómics de Marvel y DC, animes, mangas, revistas, videojuegos y fanfiction. Así, las fantasías planetarias del entretenimiento masivo irrigan imaginaciones personales y, aunque han sido producidas para congeniar con las masas consumidoras de la globalización, también alientan infinidad de experiencias de consumo singulares, intensas y únicas. Porque, de principio, ningún consumidor es exactamente igual a otro. Aunque se produzca entretenimiento estandarizado para halagar el gusto de billones, siempre ocurre que existen subjetividades apasionadas que obtienen de ellas un sinnúmero de intuiciones inéditas y que, apropiándoselas, las mutan y las vuelven muchas veces irreconocibles e inesperadamente insumisas. O de otro modo, se producen conexiones que metamorfosean a inofensivos consumidores de entretenimiento sin complicaciones en repentinos y radicales productores de fantasías originales en circunstancias por completo ajenas al dominio de las bellas letras, aunque estas también les sean conocidas o las practiquen. Y sucede todo el tiempo, y en todas partes. Y aunque luego solo algunos de ellos registren como ficciones propias lo que ocurre en esa conectividad híbrida, cualquiera puede reconocer esas detonaciones de imaginación novedosa porque habitan las situaciones más corrientes. Ocurre cuando alguien arranca las páginas de una revista en la sala de espera de un médico para terminar rumbo a casa la novela corta de fantasía que lo tiene atrapado; o cuando, usando YouTube, se persigue la memoria de un fotograma de una película de extraterrestres vista en la infancia para regodearse en las huellas superpuestas de dos mundos fascinantes y perdidos: el de la película y el de la infancia; o cuando se devora de amanecida un manga importado por un fanatismo incorruptible, y se le cierra de golpe luego del final con el estremecimiento de que la narración debiera seguir indefinidamente, porque expresa el fuego de la inteligencia y el amor juvenil, y el delirio de esa experiencia continúa largo tiempo en el pensamiento de quien lee durante días y lo transforma todo. 

LIBRERÍA GILGAMESH EN SAN JORDI (BARCELONA). SEGÚN EL DIARIO "LA VANGUARDIA" FUE UNA DÍA PARTICULARMENTE "FRIKI", ES DECIR, MARCADO POR EL CONSUMO DE FICCIÓN DE FANTASÍA, TERROR Y CIENCIA FICCIÓN.

Debido a ello, Esta realidad no existe, antes que a letrados, reúne a conocedores de primera mano, a especialistas en mutar la imaginación global. Han recurrido a viejos y nuevos saberes artísticos, y se han apropiado también de fórmulas inventadas para el consumo irreflexivo, las más de las veces, y las han convertido en ficciones propias, agudas, personalísimas. Aquí hay fanáticos de Star Trek, de Star Wars, de Alien, de Back to the Future, de Blade Runner, de Labyrinth, de los filmes de serie B, de las consolas de videojuegos y de los videojuegos en línea; de la fábrica de conspiraciones de la deep web, de la divulgación científica y de la seudocientífica; de las revistas de ciencia ficción pulp que se venden al kilo en las distribuidoras de la Plaza San Martín, en el populoso centro de Lima, y de los tomos de los cuentos completos de steampunk que se exhiben en las góndolas de las librerías más exclusivas de Miraflores y San Isidro. En Esta realidad no existe, tanto como invención literaria, hay una suma de tecnologías y prácticas productoras de ficción que brindan abundantes recursos para posibilitar la originalidad y la renovación de cuánta literatura local se quiera.

Esta realidad no existe apuesta por esa posibilidad en grande, y los catorce autores que reúne quieren ser una intercepción de imaginaciones que distingan el presente de las letras en el Perú. Y, también, toma postura a favor de la superabundancia de ficciones y de su diversidad porque ya ha entendido que las del realismo se apoyan en inercias culturales y en el prestigio, supersticioso, que rodea a las estirpes antiguas. Y, por lo mismo, refuta al realismo más visible hoy que, por su conservadurismo estético y económico, ha terminado por ser incapaz de promover la novedad literaria con la potencia que debiera serle propia, y que la ciencia ficción de este libro reclama. En cambio, aquí hemos perseguido la traición de todos los estándares, los tradicionales y los planetarios, y la mutación de estos en más y mejor literatura. 

Así, Esta realidad no existe presenta catorce relatos que se apropian de todos los formatos transmediáticos para serles desleales a fondo. Concebidos en el seno mismo de la ciencia ficción que quiso Campbell y que impulsó Adolph en el Perú, son, frente al realismo de los negocios editoriales, las catorce invenciones más delirantes, las voces más frescas y las exploraciones más vitales de un presente literario que se abre, con gusto, al más prolífico y provocador futuro.


Escrito por

Alexis Iparraguirre

Escritor y crítico cultural


Publicado en

La vida en Marte

Opinión y crítica literaria